Un doble plan que combinaba operaciones terrestres, aéreas y marítimas, con varios frentes geográficos y que se articulaba en dos fases:
- 1. La Operación Olympic, cuyo objetivo era la isla más septentrional de Japón (Kyushu), que planeaba movilizar a tres ejércitos en la costa sur de la isla con el apoyo de 34 portaaviones, incluida la cobertura de la aviación que operaba en Okinawa.
- 2. La Operación Coronet, cuyo objetivo militar era la invasión de la mismísima Tokio, previo desembarco de las tropas americanas en el centro de Honshu (la isla más grande del archipiélago nipón) y el avance de las mismas por la llanura de Kanto con el doble de efectivos que en la operación anterior.
El plan nunca se llevó a cabo: la rendición japonesa lo abortó. Y si bien las bombas atómicas causaron una auténtica masacre en Japón, también resulta incalculable el número de víctimas que hubieran sumado las operaciones Olympic y Coronet a la contienda mundial, conociendo a posteriori los planes de defensa japoneses.
El plan nunca se llevó a cabo: la rendición japonesa lo abortó. Y si bien las bombas atómicas causaron una auténtica masacre en Japón, también resulta incalculable el número de víctimas que hubieran sumado las operaciones Olympic y Coronet a la contienda mundial, conociendo a posteriori los planes de defensa japoneses.
Ketsu-go, el plan japonés
Los nipones, por su parte, también estaban decididos a luchar hasta el final y su inteligencia militar estaba igualmente muy atareada en aquellas fechas previas a su propia (y desconocida) rendición. Su plan defensivo se llamó Ketsu-Go y, acogiéndose a la Ley del Servicio Militar Voluntario, preveía formar y movilizar a una población civil de 28 millones de hombres dispuestos a defender su patria a sangre y fuego con todo tipo armamento.
Por otra parte, la fuerza aérea japonesa no estaba tan aniquilada como pensaba el ejército estadounidense. Japón había reservado pilotos, aviones y combustible para afrontar la invasión, tenía aeropuertos camuflados por todo el país y preveía lanzar la mitad de esta fuerza aérea (kamikazes) contra el invasor en cuanto éste se acercara a sus costas.
Además, la Marina nipona aún disponía de 2 cruceros y 23 destructores, varios minisubmarinos, torpedos humanos y lanchas suicidas repletas de explosivos dispuestas y preparadas para ser lanzadas contra los buques enemigos. Pero ese momento histórico nunca llegó.